miércoles, diciembre 26, 2012

Conexión Uritorco

por Luciano Doti

El apocalipsis había ido llegando de a poco. Primero con varios temblores y tsunamis en la zona del Pacífico, después con un aumento en el nivel de las aguas en la del Atlántico. La mayor parte de la población mundial había perecido en esas catástrofes naturales o en las diferentes batallas de la guerra por controlar los pocos recursos vitales que quedaban en la Tierra.
En Argentina, un pequeño grupo de personas había escapado de todo eso huyendo al pueblo de Capilla del Monte; instalados en el cerro Uritorco, antigua morada de los indios comechingones, ansiaban la paz y la buscaban a través de la meditación. Ese lugar, señalado como un centro de convergencia mística, se había convertido en un enclave de esperanza; no por nada era visitado desde tiempos pretéritos por extraterrestres.
Fue allí, meditando, que ese grupo de argentinos logró entrar a una ciudad situada en otra dimensión. En esa ciudad llamada Erks, hallaron el bastón de mando de los comechingones y el Santo Grial, que había sido trasladado hasta ahí por uno de los caballeros de la mesa redonda de nombre Perceval.
Entonces, el poder de esas reliquias les permitió alcanzar un estado de iluminación que se convirtió en la llave para abordar una nave interestelar tripulada por extraterrestres.
Tiempo después, cuando por fin el apocalipsis concluyó, ellos lo percibieron como un resplandor en el cielo, en la dirección de su lejano planeta natal.

Publicado por primera vez en la revista miNatura n·119

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