Reservito
Luciano Doti
Durante primavera, la zona de costanera sur suele ser uno de los paseos más populares del domingo. Las familias y grupos de amigos concurren allí en busca del contacto con la naturaleza, que en Buenos Aires resulta muy difícil de conseguir. En ese lugar se encuentra
Al atardecer, el cielo se puso rojizo, mientras unas nubes grises se acercaban amenazantes, rodeando a la luna llena que colgaba baja, cerca de la gente que comenzaba a abandonar la reserva. Los tres amigos no le prestaron mayor atención a esa situación meteorológica. Habían planeado quedarse y averiguar todo lo que pudieran acerca de “Reservito”, y no estaban dispuestos a renunciar a ese propósito por culpa de una tormenta, aun sabiendo lo torrenciales que suelen ser estas en primavera. Entonces, sin cambiar de parecer, y siguiendo al pie de la letra su plan, se escondieron en unos pastizales, con el fin de no ser advertidos por los guardias que patrullaban el predio. Junto con ellos también ocultaron sus bicicletas, acostándolas sobre la grava, que era suficiente para cubrir totalmente esos rodados. Una vez que se percataron de que eran las únicas personas en ese lugar, iniciaron la búsqueda. El pronunciado descenso de la temperatura y la oscuridad reinante, impregnaban la atmósfera con un aire tenebroso. Los muchachos decidieron separarse y, portando cada uno una linterna, encararon por cuenta propia la tarea de hallar a “Reservito”.
Ahora las nubes tapaban completamente la luz de la luna. Los caminos zigzagueantes no se diferenciaban en nada uno de otro. El silencio se imponía en todo el terreno. Hasta que Pablo, uno de los muchachos, oyó un sonido proveniente de la maleza. Apuntó su linterna hacia allí, y vio algo moverse. Bajó de su bicicleta y se internó en ese sector, para investigar de qué se trataba lo que acababa de oír. Pero dio un paso en falso.
Es sabido que en la reserva los pastizales están más bajos que los caminos, y que, por lo tanto, suelen acumular agua, haciendo que se formen zonas realmente cenagosas. En pocos minutos sus piernas se enterraron en el lodo. En vano gritó pidiendo auxilio; sus amigos estaban muy lejos de ese lugar. Para colmo, los alaridos que emitió en forma desesperada, lograron alertar a “Reservito”, el cual se acercó sigiloso, dueño de una gran destreza para moverse en el lodazal; sus dedos unidos por una piel membranosa le daban esa cualidad.
Cuando sus amigos volvieron a ver a Pablo, éste ya no vivía. La bicicleta estaba sobre el camino, y dentro del pastizal había pedazos suyos por todas partes.”Reservito” devoraba esos trozos de carne humana y, al notar que los otros dos muchachos lo observaban, intentó atacarlos. Rápido de reflejos, uno de ellos prendió fuego una rama y se la arrojó al animal. Enseguida el fuego se extendió por todo ese sector, y los dos jóvenes lograron escapar. Después llovió, y el agua caída del cielo apagó el incendio, que de otra forma hubiera reducido a cenizas al resto de la vegetación. Dicen que “Reservito” sobrevivió.
1 Comments:
Está super bueno tu blog, sesguiré leyendo :)
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