La peste
por Luciano Doti
Martín Fierro y Cruz
atravesaron buena parte de la pampa hasta llegar a las proximidades de una
toldería en el desierto. Pese a que ya era de noche, la luna llena les permitió
ver a un indio comiendo de una vaca que yacía junto a él. Se apearon de sus
caballos y se acercaron con la intención de ser convidados al festín. Entonces,
acortando la distancia, vieron que más que comer bebía su sangre. El indio no
era sociable, tomó su lanza de madera y ensayó un tiro contra los gauchos; no
tuvo buena puntería; furioso se abalanzó contra ellos. Fierro, diestro para el
combate como para templar la vigüela, lo lanceó en el pecho, justo en el
corazón. El indio murió atravesado por su propia lanza; al morir se hizo polvo
ante la mirada atónita de la yunta de renegados.
Enseguida se encontraron
rodeados por otros indios, los cuales los tomaron cautivos como se estilaba en
esa época, para ofrecerlos como moneda de cambio en caso de que hubiera
aborígenes prisioneros de los cristianos. Fueron llevados a la toldería, donde
a los pocos días comenzaron a notar que una peste aquejaba a muchos de los que
habitaban ahí.
Cruz cayó enfermo y murió.
A Fierro se le permitió enterrarlo. En eso estaba, durante el atardecer, cuando
vio a una cautiva, extraordinariamente blanca, que era trasladada de un toldo a
otro.
La jornada siguiente, se
las ingenió para volver a verla. De cerca la notó bella, la consideró una dama
capturada en algún malón. Tanto ella como el indio con el que había pernoctado
evitaban la intemperie en las horas diurnas.
La peste seguía avanzando
sobre ellos. Los indios sanos culpaban a los cristianos por tal situación, los
acusaban de cometer brujería.
Fierro se sabía inocente,
pero estaba lejos de conocer la verdad. Ignoraba que la cautiva de origen
chileno descendía de un antiguo linaje que, en tiempos de colonialismo español,
había tenido en su país contactos con un noble transilvano vinculado a la Casa de Habsburgo; y era
obvio que un gaucho nunca leyera a Polidori o Le Fanu.
Publicado por primera vez en la antología Entre lunas y soles, Editorial Dunken. Buenos Aires, 2015.
Etiquetas: cuento, desierto, doti, microrrelato, terror, vampiro
1 Comments:
LO leí antes, me pareció magistral.
Me pregunto como hubiera reaccionado de saberlo.
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