sábado, enero 16, 2016

La mano



por Luciano Doti

A ella le gustaban las manos del pianista, sus dedos prolijamente cuidados y llenos de virtuosismo sobre las teclas del piano.
Cuando él enfermó, temió quedarse sin ellas; para entonces esas manos también le proporcionaban placer cada vez que contactaban con sus partes más íntimas.
Encontró un embalsamador que le pudo resolver ese problema y el de la caja de seguridad en Suiza, de la cual el pianista jamás le había confiado la clave, pero sabía que era posible abrirla con una huella dactilar.

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1 Comments:

Blogger El Demiurgo de Hurlingham said...

La idea deriva en algo terrorifico, algo para lo que se va preparando la historia.
Lo cual tiene sentido, con el nombre de tu blog.

Saludos.

10:49 a.m.  

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