Vampiros en El Plata
por Luciano Doti
Estamos
en el año 1536 de nuestro Señor. La costa del río es un lodazal. Su
color amarronado no luce ni genera un gran impacto. Para colmo, las
condiciones de vida son de las más agrestes. Hay altos pajonales en la
zona. Pasamos hambre. Yo no soy la excepción. Pero la mía es un hambre
diferente a la de los demás. Desde que fui mordido...
Vinimos de España a la América. Atravesamos el mar Océano en nuestras carabelas y llegamos aquí. Entonces, nos encontramos con unos hombres indómitos que no aceptan ser civilizados. Y el hambre, ¡ay, el hambre! No hay nada que llevar a la boca, nada con qué engañar al estómago. Algunos han intentado cazar y comer a los caballos, los cuales son propiedad de Su Majestad; hemos tenido que ajusticiarlos, darles muerte y exhibirlos a modo de ejemplo al resto de la tropa. Pero el hambre...
Vinimos de España a la América. Atravesamos el mar Océano en nuestras carabelas y llegamos aquí. Entonces, nos encontramos con unos hombres indómitos que no aceptan ser civilizados. Y el hambre, ¡ay, el hambre! No hay nada que llevar a la boca, nada con qué engañar al estómago. Algunos han intentado cazar y comer a los caballos, los cuales son propiedad de Su Majestad; hemos tenido que ajusticiarlos, darles muerte y exhibirlos a modo de ejemplo al resto de la tropa. Pero el hambre...
Entre
nosotros hay un sujeto de origen bávaro. Es extraño, suele evitar la
luz del sol. Debería tener mucha hambre cuando mordió los cuerpos de los
recién ajusticiados. A decir verdad, aún vivían en el momento en que
sus dientes se hincaron en la carne de ellos. Lo vi comerlos; fue un
espectáculo espantoso. Aunque más que comer su carne, bebía su sangre.
Confesaré que yo también me sentí motivado a probar bocado de esa carne
humana. Me acerqué tímidamente, y al llegar al lugar, el bávaro,
borracho de su festín hematófago, me mordió; alcanzó a beber algo de mi
sangre, creo.
Ahora
mi hambre es diferente, no estoy tan presuroso de comer como de beber, y
no precisamente agua. El agua no sacia mi sed. El hambre devino ansia.
Estoy
harto de retorcerme en mi precaria morada. Hace frío y necesito beber.
Así que, salgo afuera. Hay luna llena y los indios parecen habernos dado
una tregua; ellos están tan famélicos como nosotros. Me acerco al lugar
donde cuelgan los cuerpos de los ajusticiados; su sangre ya debe estar
seca. Sin embargo, por allí anda Centurión, el que fue capitán de navíos
del príncipe de Doria, luciendo su capa al reflejo del fuego. Podría
beber de él, beber su sangre; tanto odio su actitud arrogante, que no
sentiría ningún remordimiento. Lo ataco, hundo mi cuchillo en su cuerpo y
bebo; al hacerlo sé que ya nunca podré abandonar esta acción que será
un hábito hasta la última de mis noches.
Basado en "El hambre", de Manuel Mujica Láinez.
Basado en "El hambre", de Manuel Mujica Láinez.
1 Comments:
Un ámbito propicio para vampriros-
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